Retacitos de algún que otro sentimiento loco
se incorporaban suspicazmente en aquel atardecer.
Puñados de aquellos momentos
retorcidos y
esponjados
contra las ventana
nos traía manoseados, y nos llevaba sin querer,
a lugares retocados siniestramente
por nuestra propia vergüenza.
Amontonados, quién sabe donde,
descubrimos
apuñalados caprichos que,
con toda la razón del mundo se negaban a aflorar.
21-09-09
No hay comentarios:
Publicar un comentario